Argenzola, Ricardo, Diana María, Luz Edilma y Jorge son cinco caldenses que tienen algo en común: han sido beneficiados con el programa de Vivienda Rural, una de las líneas de la Revolución de la Vivienda y la apuesta más grande en la historia de Caldas desde una gobernación para la construcción de casas en el rural disperso. El propósito es generar arraigo en las comunidades campesinas con la entrega de casas dignas y seguras para habitar.
El arraigo, entendido como ese vínculo fuerte entre la persona y su territorio, es el motivo que impulsa a quienes lo habitan a defenderlo y encontrar la forma de mejorarlo. En Caldas la violencia generada por el conflicto armado, la difícil topografía y la escasez de recursos han llevado a que los habitantes de la zona rural pierdan esa conexión con su lugar de nacimiento y decidan desplazarse a los cascos urbanos.
Por tal motivo, desde la Gobernación de Caldas, a través de la Secretaría de Vivienda y Territorio, se creó el proyecto de Vivienda Rural, con el cual se pretenden construir 1.222 casas en los 27 municipios del departamento, bajo los modelos constructivos de vivienda prefabricada, tradicional, mixta y en guadua.
Alexander Tamayo, gerente del proyecto de Vivienda Rural, indicó que para construir estas casas se invertirán 70 mil millones de pesos con recursos de la Administración Departamental, regalías, alcaldías y del Ministerio de Vivienda y Territorio. “Históricamente la población del campo ha sido la más alejada de los programas de vivienda. Nosotros con este gobierno lo que queremos es resarcir ese olvido que se ha tenido hacia la población rural. Es algo histórico, algo que nunca se ha visto”.
La voz de los beneficiarios
Argenzola Calvo Ramírez, integrante de la comunidad indígena Nuestra Señora Candelaria de la Montaña, en Riosucio, fue engañada en dos ocasiones con falsas ofertas que le prometían una vivienda. Luego de perder su tiempo y dinero, Calvo Ramírez logró obtener su casa en su territorio. “Todavía no creo cuando veo yo la maravilla de casa, es hermosa, preciosa”.
Ricardo Emilio Guapacha, habitante de Riosucio, perdió su casa durante una de las fuertes temporadas de lluvias que han azotado el departamento. “Mi casa se derrumbó. Eso empezó poquito a poquito, hasta que se fue del todo. Nosotros no teníamos para dónde irnos. Gracias a mi Dios estamos muy bien aquí en esta nueva vivienda”.
Diana María Gallego, habitante de la vereda El Carmelo Bajo en Anserma y madre de una niña, vio cómo su casa se iba con la inclemencia de las lluvias y ahora estrena vivienda. “Es ese sueño hecho realidad, la felicidad más grande que uno siente. Para mí esa promesa fue cumplida. Hoy me siento la mujer más feliz al saber que ya contamos con una vivienda propia de donde nadie nos va a sacar”.
Luz Edilma García González, habitante de la vereda Cartagena de Palestina y la primera beneficiaria de Vivienda Prefabricada, indicó: “Soy muy bendecida y estoy muy agradecida por tener mi casa propia. No lo podía creer. El gobernador nos prometió que iba a darles casas a los más necesitados y lo está cumpliendo”.
Jorge Rivera, habitante de la vereda Santo Domingo de Villamaría, recibió su vivienda, tras años de añoranza: “Es una satisfacción muy bonita, son años y años de lucha. Desde que mis niños estaban pequeños, venía buscando una casa en condiciones buenas. Entré a muchos proyectos, pero en ninguno logré salir beneficiado. Tener casa propia es lo mejor que nos ha pasado, gracias al gobernador”.